Mi
nombre es Arturo Cendejas Cruz; mi profesión de origen es Licenciado en
Psicología (área clínica); egresado de la Universidad Autónoma de Querétaro
(UAQ) en 1982. Soy oriundo de la ciudad de Pénjamo, Gto., pero por cuestiones
laborales y familiares cambie de residencia en 1985 a la ciudad de Irapuato,
Gto.
De
finales 1982 a mediados de 1983, trabajé en un mini restaurant (familiar)
“haciendo de todo”, pero en realidad no cumplía con mis expectativas personales
y profesionales; por lo cual decidí ir a Irapuato (ciudad mucho más grande que
mi natal Pénjamo), a buscar trabajo relacionado con mi profesión. En un Tecnológico
me ofrecieron un puesto de auxiliar en el departamento psicopedagógico y en una
Preparatoria Particular (incorporada a la Universidad de Gto.) me propusieron
que diera unas clases relacionadas con la Psicología. Por cuestiones de
horarios y económicas, preferí quedarme en la prepa, aunque (lo confieso) no
era mi real deseo dar clases; mi intención era conocer el ambiente de la ciudad
y relacionarme con otras personas, pensando que en un futuro cercano podría
desarrollar mi propia profesión.
Así
fue como inicia mi labor docente. Siento que es una experiencia agradable
trabajar con éstos jóvenes, algunos eran muy participativos, otros medio
“flojos” y como siempre uno o dos apáticos y renuentes hacia la materia.
En
esta época, el método de enseñanza-aprendizaje era muy simple: el profesor era
quien exponía los temas y los alumnos “tomaban sus notas”; incluso en algunas
ocasiones se llegaban a “dictar los temas” para que el alumno los estudiara y
preparara un futuro examen; se dejaban tareas y el alumno que cumplía con ellas
acumulaba puntos para mejorar su calificación; otras veces se hacían algunas
exposiciones con en el mismo objetivo y al final se hacía una evaluación
objetiva (20 o 30 preguntas directas de los temas que se habían visto); en
donde aprobaban los que “tenían buena memoria” o los que tenían excelentes
técnicas para copiar o “sacar acordeones”.
A
pesar de que tenía deseos de trabajar como profesor y que me agradaba, en
ocasiones se me hacía muy pesado; el viajar 50 Km para llegar a la escuela;
preparar una clase que a veces me llevaba hasta 2 horas y el tema lo agotaba en
25 o 30 minutos; lo bueno es que no faltaba el alumno que me preguntara sobre algunas
otras cuestiones relacionadas con la psicología y era el modo en cómo cumplía
con los 50 minutos (de la hora clase).
Tuve
muchas satisfacciones tanto personales como económicas; los alumnos se me
acercaban (fuera de clase) y me comentaban sus problemas íntimos, esperando que
les ayudara a encontrar respuestas favorables para la solución de sus
conflictos; en otras, me invitaban la torta o el refresco para platicar temas
relacionados con algún deporte o que les explicara más sobre la labor del
psicólogo, porque a ellos les gustaba la profesión; y lo que más nos gusta a
todos, “el día de la quincena”. Sin embargo, actualmente me he sentido 100%
satisfecho, con el granito de arena que he puesto sobre éstos muchachos, ya que
muchos de ellos son excelentes profesionistas y cuando los veo, me saludan con
gusto y entusiasmo, agradeciendo el apoyo que les brindé en su época de
bachilleres (esto con nada se compra).
Finalmente,
mi percepción como docente de bachillerato, es que ha sido un reto el verme inmerso en estas actividades; mi primer
objetivo era cumplir con el programa académico al 100%, ¿cómo? (sin ser
profesor de vocación, sin experiencia pedagógica); aprendí de mis propios
errores y con el consejo de otros compañeros, superé mis temores y fui
aprendiendo nuevas técnicas para impartir y diseñar mi materia y encontrar la
forma de que mis alumnos aprendieran un poco más y se interesaran por el
estudio. Sin embargo, me he dado cuenta, que a pesar de la experiencia que he
adquirido en la docencia, siempre hay algo nuevo que aprender; “el aprendizaje
nunca termina”.
Y
mi filosofía ha sido “nadie te obligó a ser
profesor, lo fuiste porque tú quisiste; entonces, da lo mejor de ti mismo, realiza
con esmero tu trabajo; trata de superarte y ser siempre el mejor en pro de tus
alumnos”.
Continuando con mí relato: Como les comentaba, en septiembre de 1983
principia “mi aventura en la docencia”. Inicié en una preparatoria particular
dando la asignatura de “Psicología I”; con tal “suerte”, que me invitaron para
que el próximo semestre siguiera con la continuación de la materia con los
mismos grupos; además me recomendaron para dar la materia de “Psicología
Infantil” (1984) en un Colegio de Monjas, en donde se preparaban las
Educadoras. La verdad, me sentía muy a gusto con mi labor docente y
económicamente me iba bien.
Por
esa época, tenía la idea de contraer matrimonio y esto implicaba que tenía que
trabajar más para poder solventar los gastos que se avecinaban. En realidad
corrí con tal suerte, que de la misma prepa (en donde trabajaba) me enviaron a
la Escuela de Psicología de Universidad Quetzalcóatl (UQI), en donde me
ofrecieron un puesto docente y administrativo (1985); como se pueden imaginar
“tenía mucho trabajo”, y yo feliz. En este mismo año me casé y cambie de
residencia (de mi natal Pénjamo a Irapuato).
Así
seguí hasta 1987 y por cambio de administración deje la prepa (después de casi
5 años), pero continué en la UQI. En éste año, tenía una linda muchachita y mi
esposa estaba embarazada, por lo cual busque la forma de completar mis
ingresos; y acepte un puesto de Asesor Educativo en el CONALEP de Irapuato, en
donde mi función principal era “Resolver algunos problemas psicosociales de los
alumnos; elaboración de programas de Servicio Social; promotor de la campaña de
Orientación Vocacional”, pero “aguanté” solamente un semestre (entraba a las
8:00 y salía a las 16:00) y en la UQI tenía que estar de 16:00 a 21:00 hrs.,
por lo cual, ya no podía estar con mi familia (para ese entonces, ya tenía otra
linda nena).
En
1988, me contrataron el Centro de Orientación Juvenil A. C. (CEDOJ) Irapuato;
en donde mis actividades eran: Valoración, diagnóstico y tratamiento
psicológico a la población en general. Pero como el sueldo era bajo, renuncié
un año después (1989) y ya acostumbrado a “ver pacientes”, instalé mi
consultorio. Me duró poco el gusto, porque en 1990, un compañero (que en Paz
Descansa) me invita a trabajar en el Centro de Rehabilitación e Integración
Social (CRIS Irapuato); ahí, mis funciones eran varias: Apoyo psicológico a
personas con discapacidad; valoración, diagnóstico y tratamiento a niños con
problemas de aprendizaje, lenguaje y conducta; orientación vocacional y
familiar; psicólogo evaluador, realizando valoración psicotécnica a personas
con discapacidad que deseaban reintegrarse a la vida laboral. (En ese año,
1990, nació mi tercer y última bebita, y les confieso que “tenía mucho temor
que naciera con alguna discapacidad”, ya que me impresionaba mucho la infinidad
de problemas de esta índole que atendía en éste Centro). Por cambiar el turno
de vespertino a matutino en la UQI, me vi en la necesidad de renunciar en el
CRIS en el 2002. Por lo cual seguí exclusivamente en la docencia en la Escuela
de Psicología de la UQI, impartiendo asignaturas relacionadas con la
Psicometría.
En
el 2005, me piden apoyo en la Escuela de Medicina de la UQI para elaborar y
aplicar el examen psicométrico a los alumnos de nuevo ingreso y al mismo tiempo
participar en su Centro de Atención Psicopedagógica (ayudando a los alumnos que
presentan problemas psicosociales que afectan su rendimiento escolar).
De
enero de 2009 a diciembre de 2010, vuelvo a la docencia en otra prepa
particular y finalmente, de septiembre del 2011 a la fecha, estoy trabajando
como tutor virtual en la Universidad Virtual del Estado de Guanajuato (UVEG);
esta Institución fue quien me invitó a participar en esta Especialidad. Me
agrada mucho este trabajo porqué puedo combinar algunas técnicas psicológicas
con ciertas actividades de índole académica. Algunas de mis labores son:
Mantener una comunicación estrecha con los estudiantes durante todo el
cuatrimestre; promover una relación eficaz entre éstos y sus asesores; estar al
pendiente de sus avances o atraso académico; resolver o canalizar sus dudas;
brindar apoyo u orientación psicológica en situaciones de estrés que afecten su
rendimiento académico; todo esto con la finalidad de mejorar o estimular su
aprendizaje para que permanezcan, continúen y culminen con éxito su
bachillerato.
Actualmente,
me sigue preocupando el no llegar a tener una buena preparación pedagógica y
ofrecer a mis alumnos una “educación de calidad”; por lo cual estoy tomando
éste curso, para mejorar mis técnicas de aprendizaje.
A pesar de las carencias individuales e institucionales,
creo que he sorteado esos problemas gracias a la creatividad, paciencia y
perseverancia con que he realizado mis labores docentes y al interés que he
tenido por prepararme y actualizarme cada vez más, con cursos como éste.
Como
pudieron notar compañeros, mis
actividades profesionales han estado muy relacionada con la docencia y con la
psicología; por lo cual, mi intención es seguir aprendiendo y
actualizarme en las diferentes técnicas psicopedagógicas, para mejorar mis
propias competencias y estrategias didácticas en beneficio de mis alumnos en
general.
Como
señala José M. Esteve en las XXXI
Jornadas de Centros Educativos (2003),
para poder llegar a ser un docente, hay que ganarse la “libertad de ser profesor”; por lo cual se deben corregir errores y
reforzar lo positivo; y tener la alegría y satisfacción de “ser útil a los demás”; pero lo más
importante que nos deja ésta aportación es que debemos “ser maestros de humanidad... a
través de las materias que enseñamos”,
“rescatando el valor humano
del conocimiento”.
Gracias
por su paciencia para leer “estas pocas” líneas.
Hasta
pronto.
